lunes, 19 de enero de 2015

Cometas por el cielo

¿Sabes? Desde pequeños siempre se nos ha ilustrado sobre grandes deidades de civilizaciones antiguas, esos míticos dioses y pseudo-dioses que muchos afirman nacieron mortales para vivir eternamente en la inmortalidad de los renglones que la Historia escribe a cada segundo, unas veces más torcidos que otras.

Nos han enumerado hasta la saciedad sus maravillosas virtudes, nos han contado batallas épicas que se decidieron por su intervención divina, nos han regalado milagros que sólo tendrían cabida en un mundo de ciencia ficción. En fin, adoramos aquello que desconocemos, seguramente por la magia que desprenden los personajes en torno a los cuales se crearon esos mitos. No seré yo quien los desmonte, si no todo lo contrario, los alabo porque en su conjunto producen una sensación en mi interior que me aporta paz.

Y a día de hoy, reflexiono sobre este tema, y me doy cuenta de que esa lista se ha ampliado considerablemente. Reconozco que siempre he sido politeísta (o como se diga). Creo en las personas, en sus logros, en sus luchas, en sus reivindicaciones, en sus sentimientos. Creo porque veo.

Creo que tienes mucho de mágico, produces milagros, ganas batallas épicas, tus enseñanzas están basadas en tus ejemplos, das sin esperar nada a cambio, los que te conocemos creemos ciegamente en ti, y sin ningún tipo de duda, te profesamos un cariño sincero y cercano. 

Eres un dios en la tierra, que causas un tremendo respeto y admiración allá donde nos regalas con tu presencia, nos das enseñanzas valiosísimas, pero sobre todo, por encimísima de todo ello, nos regalas un lazo de unión personal que nos mantiene unidos a ti tan fuertemente como el hilo que une la inocente mano de un niño con su cometa dibujando siluetas en el cielo.

Dedicado a ti, por llenar de tantas cometas este cielo que nos reúne a todos.