miércoles, 15 de agosto de 2012

Un mundo maravilloso... sin maravillas

            He terminado encontrándome a mi mismo en el país de las maravillas...

            Últimamente he caminado de la mano con Alicia, recorriendo un  mundo absurdo en sus ideas y en su propia existencia. Me ha enseñado que no todas las aves vuelan, que los ríos no siempre son de agua cristalina, que la lluvia puede volver hacia arriba cuando el reloj marca las doce, que una hoja de papel puede albergar en una sola línea más historias que una biblioteca entera, y sobre todo, me enseñó que para soñar despierto, primero hay que estar dormido.

            También dicen que todo cambia: el tiempo, el método, la energía, los sentimientos, los estilos, la música, las personas...

            Me he sentado tantas y tantas veces en la esquina de ese segundo plano, observando las emociones y las reacciones, las preguntas y sus respuestas, abrazos y caricias, idas y venidas, risas y sonrisas. He explorado e investigado tanto el mundo que me rodea, que muchas veces he acabado con la sensación de no saber dónde vivo, ni quién soy. Pero Alicia estaba ahí para cogerme de la mano y abrirme los ojos a la realidad...

            Una realidad en la que todo vale, donde las mentiras dan vueltas a nuestro alrededor, donde la inocencia ha sido encarcelada en la más alta de las torres, donde las lágrimas de emoción no están permitidas...

            ...donde sigo sentado en un rincón con un libro y una hoguera que se consume lenta, aguardando a que llegues para ocupar el lugar que nadie te podrá arrebatar jamás...

domingo, 5 de agosto de 2012

El por qué de las estrellas fugaces (Parte III, y Fin)


            En aquel lugar, dejado de la mano de los hombres y olvidado incluso por las bestias que moraban en el bosque, libró la batalla más importante de su vida. Aquella en que consiguió sentirse liberado de las ataduras que la sociedad le habían ido imponiendo desde el momento en que llegó a la vida e irrumpió con su primer llanto. En todo instante mantuvo la mirada firme mientras sentía que su corazón lo envolvía de un escudo a prueba de cualquier tipo de mirada reprobadora y de cualquier comentario envenenado. La batalla que le vio morir. La batalla que le hizo renacer.

            Desde entonces, noche tras noche, el cielo llora estrellas fugaces que nacen en Oriente y mueren en Occidente, recordando de esta manera la crueldad a la que se vio sometido aquel hombre por el simple hecho de querer realizarse como persona. Se cuenta que fue tal la humillación que sufrió en vida, que en su inmenso poder, los dioses sellaron aquella gruta, dejando atrapadas a la crueldad y a la pasión humanas, enzarzadas en una lucha que continúa viva hoy día y que ha terminado convirtiendo a la humanidad en almas errantes que jamás encontrarán su sitio en el mundo.
(fin)
by Frank Tástico