En aquel lugar,
dejado de la mano de los hombres y olvidado incluso por las bestias que moraban
en el bosque, libró la batalla más importante de su vida. Aquella en que
consiguió sentirse liberado de las ataduras que la sociedad le habían ido
imponiendo desde el momento en que llegó a la vida e irrumpió con su primer llanto.
En todo instante mantuvo la mirada firme mientras sentía que su corazón lo
envolvía de un escudo a prueba de cualquier tipo de mirada reprobadora y de
cualquier comentario envenenado. La batalla que le vio morir. La batalla que le
hizo renacer.
Desde
entonces, noche tras noche, el cielo llora estrellas fugaces que nacen en Oriente y mueren en Occidente, recordando de esta manera la crueldad a la que se vio sometido aquel hombre por el simple hecho de querer realizarse como persona.
Se cuenta que fue tal la humillación que sufrió
en vida, que
en su inmenso poder, los dioses sellaron aquella gruta, dejando atrapadas a la crueldad y a la pasión humanas, enzarzadas en una lucha que continúa viva hoy día y que ha terminado convirtiendo a la humanidad en almas errantes que jamás encontrarán su sitio en el mundo.
(fin)
by Frank Tástico
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