viernes, 24 de abril de 2015

Autoencuentro

   Cómo hecho de menos esas noches pintadas con miles de estrellas, en las que salía a campo abierto y me tumbaba a contemplar la inmensidad del firmamento nocturno, a hablar con los antiguos dioses sobre los nuevos tiempos, a inhalar el suave y fresco aroma de las flores y la hierba que cubren el suelo que me impide caer más allá, a jugar con esos traviesos duendes que gastan bromas sin parar, a jugar a sentirme pequeño en un mundo de gigantes,...

   Esos momentos íntimos en que permitía a mi alma trascender mi cuerpo para que se sintiese libre completamente y no atendiera a normas y razones, y se confesase con pleno derecho, y pudiese liberar esa carga que con el paso de los días yo le castigaba sin atender a compasión.

   Esos momentos de autoencuentro conmigo mismo en que todo lo malo se lo llevaba una estrella fugaz a su paso, apenas perceptible, pero tremendamente eficaz, porque dejaba tras de sí un estado de gracia cuya fuerza me tomaba por los hombros, me levantaba de ese suelo cubierto por la hierba y las flores, y me daba impulso para retomar el camino. Mi camino.

   Cómo añoro esas confesiones nocturnas...


miércoles, 8 de abril de 2015

Tu mirada me hace grande

   Maldita Nerea ya lo predijo hace unos cuantos años, entre sus acordes se colaron esos sentimientos a modo de una letra tan terrenal como acertada. Si cada uno de nosotros nos parásemos unos segundos y nos preguntásemos, ¿de quién es esa mirada que me hace grande?, ¿qué responderíamos? Apuesto a que las respuestas incluirían afirmaciones tales como:

- La mirada de mi novio/a
- La mirada de mi hijo/a
- La mirada de mi madre/padre
- La mirada de mi amigo/a
- ...

   Estamos siendo observados constantemente en nuestro día a día, casi nunca somos conscientes de las miradas que conocidos y extraños nos dedican, desinteresadas, amables, indagadoras, envidiosas, cariñosas, ...

   Y la magia, para bien o para mal, se produce en ese momento en que alzamos nuestra vista y coincide en tiempo y espacio con la de otra persona, se establece un nexo comunicativo en el que el tiempo y el espacio viajan unidos junto con una enorme cantidad de sentimientos a través de la mirada.

   Sin duda alguna, me quedo con esa magia buena, con la gente buena que tiene el don de producir esa magia en mí, de hacerme grande.

Con tu mirada, día y noche, a lo ancho y largo del espacio que nos une.