domingo, 24 de abril de 2016

El jardín de los sueños rotos (III)

     Recordaba aquella noche como si fuera ayer. Esa en la que la fragancia a jazmín de una vela les transportó a aquel primer paseo por la Alhambra mientras anochecía aquel verano, ese verano en el que el calendario marcaba su primer año de relación, esa relación que comenzó en un pequeño mercado de Marrakech mientras tomaban un poco de té, un té con sabor a mezcla de menta, canela y un toque de limón.

     El mismo té que esa misma noche degustaba en el jardín a la luz de una vela y al calor propio del verano castellano, ese verano en el que el calendario marcaba el primer año, el primer año en el que esa noche no había nada que celebrar, nadie en quien acurrucarse bajo su abrazo, ni una Alhambra que reconquistar con un beso.


viernes, 8 de abril de 2016

El jardín de los sueños rotos (II)

     El olor a café recién hecho en la cafetera italiana que le regaló su abuela en aquella visita, que por circunstancias de la vida, fue la última, llenaba de recuerdos la cocina que, a través de un gran ventanal, daba a la terraza que se unía al jardín. Esa terraza en la que se habían sucedido tantas confesiones y concesiones ahogadas en lágrimas, de alegría y de tristeza, de vida, de abrazos eternos y besos robados en la clandestinidad de las noches estrelladas de luna nueva.


sábado, 2 de abril de 2016

El jardín de los sueños rotos

   A menudo le despertaba ese fino y delicado olor a hierba mojada con el rocío de la mañana, ese mismo que llenaba pequeños huecos en la roca, de los cuales se servían los gorriones y las golondrinas que la recién estrenada primavera traía consigo, llenando de vida ese jardín que hacía las delicias de todo aquel que encontraba cobijo bajo las ramas de los sauces que, desde hacía años, llenaban de historia cada atardecer, convirtiéndolos en infinitos, únicos, irrepetibles.