sábado, 2 de abril de 2016

El jardín de los sueños rotos

   A menudo le despertaba ese fino y delicado olor a hierba mojada con el rocío de la mañana, ese mismo que llenaba pequeños huecos en la roca, de los cuales se servían los gorriones y las golondrinas que la recién estrenada primavera traía consigo, llenando de vida ese jardín que hacía las delicias de todo aquel que encontraba cobijo bajo las ramas de los sauces que, desde hacía años, llenaban de historia cada atardecer, convirtiéndolos en infinitos, únicos, irrepetibles.


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