domingo, 24 de abril de 2016

El jardín de los sueños rotos (III)

     Recordaba aquella noche como si fuera ayer. Esa en la que la fragancia a jazmín de una vela les transportó a aquel primer paseo por la Alhambra mientras anochecía aquel verano, ese verano en el que el calendario marcaba su primer año de relación, esa relación que comenzó en un pequeño mercado de Marrakech mientras tomaban un poco de té, un té con sabor a mezcla de menta, canela y un toque de limón.

     El mismo té que esa misma noche degustaba en el jardín a la luz de una vela y al calor propio del verano castellano, ese verano en el que el calendario marcaba el primer año, el primer año en el que esa noche no había nada que celebrar, nadie en quien acurrucarse bajo su abrazo, ni una Alhambra que reconquistar con un beso.


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