domingo, 22 de julio de 2012

El por qué de las estrellas fugaces (Parte I)


A cada paso que daba, volvía a mirar atrás. Podía sentir cómo el frío que envolvía su mirada le rozaba la nuca y le recorría hasta lo más profundo de su ser, y por más que aceleraba el ritmo de la huida, no conseguía lograr la más mínima ventaja sobre su captor. Tampoco los pensamientos que habitaban en su mente, ni los sentimientos que moraban en su corazón le ayudaban a concentrarse en ponerse a salvo.
            El primer obstáculo lo encontraba al tratar de aislar los unos de los otros, pues no sabía dónde se encontraba el límite que separa al sentimiento del pensamiento, al corazón de la razón, a la culpa de la expiación, a la condena del perdón. Tantas noches entregado a una pasión que jamás conoció límites, que fue bendecida por el firmamento entero en la más estrellada de sus noches, y que consiguió traspasar el horizonte y rayar el sol una mañana tras otra, pidiendo a los dioses que tuvieran a bien concederle el don de la inocencia eterna. Sentía cómo una fuerza extraña le traspasaba la carne, se posaba rodeando su corazón, haciendo que éste latiera a un ritmo que ni los antiguos tambores de las tribus más gloriosas jamás tuvieron posibilidad de alcanzar. Se encontraba entregado a una causa que hizo surgir los más grandes y poderosos imperios, que detuvo guerras e hizo prosperar una red invisible que cubre el mundo conocido, así como también propició las tropelías y locuras más grises, las cuales terminaron sellando tumbas sin un ápice de piedad y misericordia.

(continúa...)

by Frank Tástico.

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