miércoles, 26 de julio de 2017

Qué difícil tanta vuelta...

   Reaparece el recuerdo de la brisa de una tarde cualquiera de julio y Levante...

   El olor del polvo que vestía mi piel cuando invadía la intimidad de aquella montaña...

   Y aquella mezcla de sudor y frío cuando te cuelas furtivamente en mis sueños y comienzas a rozarme como quien recorre con confianza los entresijos de un laberinto,
   cuando me despojas de la timidez que entorna la puerta de mis ojos cada vez que estás a mi lado y te miro sin que te des cuenta,
   cuando me das a probar tus besos con fuerza cada vez que hay tormenta para que acabe pidiéndote al menos uno más...

   Cuantos adoquines para burlar la desgana.

   Observo a cuantas personas me cruzo a diario, descifro sus gestos, esperando encontrarme con esas arruguillas que adornan la mirada tantas veces cómplice de tus ojos.



Y agacho un poco la cabeza.

                                              Y se prende fuego en mis mejillas.
                         
                                                                                                       Y sonrío mientras te pienso.



   En esta noche de julio y Levante, cuando el sueño acuda a arroparme, dejaré una luz encendida junto a la puerta, por si decides venir y volver a rozarme...


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